Toda añada termina cuando empieza la siguiente, aunque en Bodegas Frontonio nada es lo que parece. La siguiente imagen, tomada un 10 de Enero, ponía fin a los prensados de la añada 2019, con un Jardín de las Iguales excelente, encubado un total de 123 días. La añada 2020 se esperaba en casa de una manera especial, puesto que por fin sabíamos que teníamos los viñedos y la bodega necesarios para hacer los grandes vinos que siempre habíamos deseado.

Las temperaturas del invierno fueron inusualmente elevadas y, aunque en otoño de 2019 se dieron altas precipitaciones, el invierno fue muy seco. Durante el invierno nos dedicamos a tareas de poda, a recuperar viñedos que llevaban 3-4 años sin podar, a trabajar el suelo y a cavar las viñas.

Son trabajos duros, trabajos que requieren de tiempo y de saber cuándo realizarlos. Muchas veces no nos damos cuenta de la importancia de la poda, pero en ella -en su momento y forma- es cuando se define la arquitectura de la planta, se modifica la fecha de brotación pudiendo retrasar ciclo y evitar, por ejemplo, heladas, y se trabaja el suelo para maximizar los recursos de oxígeno y la disponibilidad de nutrientes para la viña.

Podar una viña vieja tiene algo mágico; por un lado tiene esa parte mística inherente al paso del tiempo y a la responsabilidad de continuar con una vida frágil y por otro lado, la ilusión de poder mantener un viñedo único. Un viñedo capaz de producir uvas que casi ningún otro puede tener. Debilitado por el paso del tiempo, con heridas, enfermedades y deterioro del flujo de savia, muchas veces producen uvas más sueltas, más sabrosas y más singulares, capaces de emocionarte al elaborar.

Durante el mes de marzo me marché a la vendimia en Mendoza (Argentina) de la mano de amigos como Sebas Zuccardi, la familia Michelini, Ale Vigil, Colo Sejanovich o los Perse, entre otros. Como siempre, me dediqué a aprender, reciclarme, descubrir nuevas formas de ver las cosas y escuchar.

A la vuelta todo había cambiado. España estaba confinada. Una etapa dura que sin duda a muchos nos ha cambiado la vida. La impotencia de no saber qué hacer, el miedo a qué pasará con el campo, la cancelación total de una vida viajando por el mundo con las palabras Garnacha y España por bandera. Ante una situación de tal magnitud, sólo podíamos seguir haciendo una cosa; lo que mejor sabemos hacer, luchar por nuestros sueños. Así que continuamos recuperando las terrazas más abruptas de El Jardín de las Iguales, replantando, clavando estacas, limpiando ribazos y sobre todo manteniendo nuestra mente ocupada cada día con el objetivo de mantener una moral que se resentía. El campo no para y en el fondo fuimos unos afortunados por poder salir de casa, por respirar aire puro y por tener unas palabras con el compañero, algo difícil en esos días.

No podría definir esta vendimia sin acordarme de los 60 programas seguidos que hicimos a traves de Instagram con grandes amigos del vino, con el único objetivo de aprender, compartir, disfrutar de un vino y ayudar a los aficionados del vino a tener una pequeña ilusión cada día a las 19:00. La iniciativa se llamó #Encasaconvino. He recibido infinitas muestras de cariño y agradecimientos, pero he de reconocer que a mí, a pesar del esfuerzo diario, me hizo aprender mucho, mantenerme activo y demostrarme a mí mismo y al mundo la generosidad de todos los que hacemos, vendemos, compramos y bebemos vino. Un periodo que culminó con el I Concurso de Cata a Ciegas Benéfico y con la creación de nuestro The Garage Wine Club, cuya tercera caja “Latente” está en camino.

Cada día en el viñedo era complicado. Al haber hecho más calor del usual, la viña brotó con casi dos semanas de adelanto, exponiendo los pequeños brotes a heladas primaverales. Tuvimos un episodio de -2ºC que habría congelado la añada 2020, pero tuvimos la suerte de que la nieve hizo de protección al frío evitando daños severos. Desesperados, recuerdo cómo encendimos aproximadamente 20 hogueras en las zonas más bajas para proteger El Jardín de las Iguales.

La belleza de la nieve es única, me encanta cómo tiñe todo de blanco, cómo purifica y sobre todo cómo moja. Después de un invierno seco, al derretirse lentamente va mojado el suelo y al estar muchos de nuestros viñedos en ladera, el agua procedente de los picos corre por nuestras viñas. Después de las heladas, el paisaje había cambiado y comenzó una primavera lluviosa como pocas se han conocido. De octubre a mayo en Alpartir tuvimos una pluviometría de 850 litros.

El agua es vida, aunque nunca llueva a gusto de todos. En Valdejalón las pluviometrías son bajas, sobre unos 450 litros anuales de media. Esto hace que la presión de enfermedades sea en general baja y con pocos tratamientos, la sanidad de la cosecha sea impecable. En Bodegas Frontonio trabajamos en ecológico, y eso básicamente en nuestra zona significa que tratamos la plaga de la polilla (Lobesia Botrana) con técnicas de confusión sexual, el oidio con azufre y los raros años que hay presión de Midiu, con Cobre. Lógicamente, el suelo se siega o se labra, pero jamás se utlizan herbicidas.

Este atípico año hizo que la presión por mildiu fuera muy alta en casi toda la Península Iberica -Aragón incluida-. Recuerdo muy bien que durante el confinamiento tuvimos que tratar a mano las 19 hectáreas de Alpartir entre todos los de la bodega hasta 7 veces. Lo fácil en estos casos es tirar la toalla y aplicar productos convencionales, pero cuando se trabaja de manera ecológica y sostenible por convicción, hay que luchar y evitar perjudicar el entorno a largo plazo. Al final conseguimos controlar nuestros cultivos a expensas de no poder controlar la hierba como otras veces.

Si la garnacha tiene una característica, es que cuaja mal y se “corre”, obteniendo una tasa de fecundación y viabilidad de las bayas bastante baja. Despuntar en el momento adecuado puede favorecer el cuajado. Este año tuvimos un año con una cosecha excepcionalmente grande, y, gracias a las altas pluviometrías que favorecieron el abundante desarrollo de la canopia, la planta pudo madurar.

Qué bonito ha estado este año el monte y cómo lo hemos disfrutado. Sinceramente, con la situación de crisis mundial, fue un lujo trabajar al aire libre con un entorno puro y bello. Recuerdo, a traves de la proxima foto, la belleza de los suelos cubiertos de margaritas, muestra perenne de lo bonita que es la naturaleza. La belleza está en los ojos del que mira y, siempre, es posible encontrar la sal de la vida en el sitio mas insospechado.

El año seguía desbocado y nosotros cuidando la viña, segando hierba, luchando conta mildiu y oidio y poco a poco el racimo se iba cerrando. Es precioso ver cómo el fruto crece, día a día, llenándote de ilusión. Un verano seco y caliente dio paso a controlar el tamaño de la baya y evitar faltas de aireación o diluciones. Como veis en la siguiente foto, la uva estaba sana, con algún ligero roce de un episodio puntual de granizo en ciertas parecelas.

Esta 2020 fue una añada donde nos tocó correr a la hora de vendimiar, pero no por un ciclo corto como en 2017, sino por un ciclo largo pero adelantado. Cuando esto sucede, en las bodegas pequeñas hay que volver antes de vacaciones, preparar la bodega, cajas, cuadrillas de vendimiadores, y un sinfín de otras cosas. La grandeza sin duda de este año es el gran equipo de gente que hemos tenido, siempre responsable. Las mascarillas han sido sin duda otro de los retos que a medida que la campaña fue avanzando, sin duda se convirtieron en nuestras aliadas para seguir sano

Y por fin empezamos a vendimiar. Este año hemos fermentado por separado cada parcela, elaborando un total de 43 fermentaciones diferentes, aprendiendo de la peculiaridad de cada sitio y dentro del mismo de cada microparcela. Ha sido un año donde hemos continuado con la filosofía de vendimiar toda la parcela junta sin separar por variedades, ni por tipo, ni por color, elaborando lo que internacional se conoce como “field blends”.

Como a muchas otras bodegas, la Covid-19 nos puso a prueba y necesitamos planificar un plan B. Tuvimos suerte porque todas las uvas estaban ya en bodega. El equipo titular tuvo que confinarse durante 10 días por un posible contagio, y durante este tiempo tuvimos que crear un nuevo equipo para poder continuar con las labores diarias. Aquí es donde nuestro compañero Paco y su gente lo dieron todo para cuidar del trabajo realizado.

Este año tuvimos unos invitados de excepción, los Envínate, dado que hemos comenzado un proyecto de ida y vuelta que se ofrecerá en The Garage Wine Club. Nosotros vamos a elaborar a su bodega de Ribera Sacra un vino y ellos vienen a Frontonio a elaborar otro. En la imagen tenemos a Alfonso flipando con un precioso racimo de Garnacha Gris que formaba parte del field blend que han elaborado con una viña de 4/5 variedades a 800 metros de altitud. Estamos muy ilusionados con esta iniciativa.

En Frontonio somos de macerar largo, pero no existen más recetas que catar el vino cada día y saber qué hay que hacer, así que hace unos días empezamos a descubar alguna cosa. También debido a la presión de espacio, ya que este año hemos llenado a tope la bodega, en Frontonio utilizamos una pequeña prensa hidráulica con la que prensamos ligero pero con mucha calidad. Como veis, todos los trabajos son muy manuales; por eso me gusta pensar que hacemos vinos “físicos”.

Cuando me refiero a vinos “físicos”, me refiero a viticultura manual de montaña. Poda manual, tratamientos a mochila, segado de hierba, atado de estacas, deshojado, despuntado, desrayado. Vendimia manual del 100% de las uvas en cajas de 12 Kg. Hemos pisado más de 50.000Kg de uva a pies, descubamos a cubos y trasegamos los vinos a gravedad sin el uso de bombas. Es un lujo ver cómo todo el equipo se ha dejado la piel grano a grano para elaborar la que sin duda es una de las añadas más extraordinarias para Frontonio hasta la fecha.

No podría terminar este artículo sobre nuestra vendimia sin mostraros la maravillosa Suite donde Paco ha estado viviendo en vendimia por decisión propia. Qué mejor jardín que el de las Iguales para él solo, cada amanecer, custodiado por Izas y Walter, nuestros guardianes de la finca más especial que jamás soñamos trabajar.

Otra muesca en el cinturón, otra vendimia que llega a su fin con sus peculiaridades, sus malos momentos y también los buenos. Cultivar uvas y hacer vino se lleva dentro, al menos a mí me ha cambiado la vida. La sensación de poner en valor viñedos que estaban condenados a desaparecer, fusionarte con un pueblo que te arropa cada día, formar un equipo de gente que vive el vino, revitalizar las antiguas bodegas cueva de Alpartir… Ese olor a fermentación que me tiene enganchado, que necesito sentir para saber que estoy vivo.

Escribiendo esto no puedo evitar recordar a todas las bodegas cuya gente me ha enseñado y me ha transmitido esa pasión que me mantiene feliz, cada mañana, por dura que sea. Este año ha sido un año de cambios, un año de reflexiones y un año de restricciones, con momentos difíciles y otros apasionantes. Sin duda nunca olvidaré esta añada.

Salud a todos. No podría despedirme sin una foto de nuestro lugar más preciado, ese sitio donde te sientes invencible, donde las uvas son especiales y la viña te susurra.

 

Fernando Mora MW

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